- Luego me di cuenta de que lo cotidiano, lo que parecería menos especial y único, es lo que más atesoro; sus llegadas inesperadas a la casa un domingo, sus llamadas por mi cumpleaños sin falta, tomarnos un café en IHOP mientras platicamos, escuchar su risa de fondo.
Tengo días, semanas ya, intentando recordar las historias más extraordinarias que compartí con mi padrino, mi adorado Chuy Pader. Quería pensar en la historia más especial, chistosa y única que tenía con él, con la esperanza de poder transmitir, en este mensaje, el ser increíble que era y lo especial que siempre fue para mí. Quería contar por ejemplo el día que le pregunté muy nerviosa, si quería ser mi padrino de primera comunión y como, tras decirle, había soltado una carcajada grande, abierta, de esas que lo caracterizaban, para luego abrazarme muy fuerte y decirme “claro que sí mi ahijada, claro que sí”. También podría haber contado el día que le presenté a mi novio Juan, y lo recibió con brazos abiertos, y luego, como era de esperarse, resultó que conocía a su papá y eran buenos amigos. Me felicitó y, de nuevo, me abrazó para decirme que era un buen pelado. Su cariño y su aprobación siempre fueron importantes, pues mi tío, luego mi padrino, se convirtió en una figura paterna en mi vida.
Luego me di cuenta de que lo cotidiano, lo que parecería menos especial y único, es lo que más atesoro; sus llegadas inesperadas a la casa un domingo, sus llamadas por mi cumpleaños sin falta, tomarnos un café en IHOP mientras platicamos, escuchar su risa de fondo. Son esas pequeñas convivencias las que hoy me hacen muchísima falta y las que más voy a extrañar. Son esas las que realmente me marcaron y con las que más recuerdo a mi padrino porque demostraban su enorme capacidad para amar y demostrar su cariño a las personas.
Chuy Pader era para mí una luz brillante enorme que llenaba el espacio y que aligeraba la vida. Aquel que podía hacer reír a mi papá a carcajada abierta como nadie más. Era justo como decía la película que lo describía perfecto: un gran pez en un estanque pequeño.
Hasta nuestros últimos días juntos nos hizo reír y siempre nos repitió cuánto nos quería. Hasta nuestro último día juntos me cuidó y se preocupó por mí, pidiéndome que le llevara a Juan, “para platicar con él bien, porque no se la iba a dejar fácil”.
Cuántas cosas nos faltaron por platicar, por vivir y por reír juntos. Trato de buscar resignación en el hecho de que mi padrino vivió como pocas personas lo hacen, lleno de alegría, siempre positivo y rodeado de la gente que lo amaba.
Te extraño con el alma entera, mi Chuy Pader, pero ten por seguro que serás eterno, porque eternas serán tus historias♥️
Te quiere siempre,
Tu ahijada,
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