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Alejandra Guerrero

- Si tienes la fortuna de conocer a los Pader sabes que no solo te van a ofrecer su amistad sino también su casa, su comida y su cariño.


Nosotros pasábamos temporadas en invierno y verano en Coahuila cuando vivíamos en la CDMX y una de las paradas obligadas era Múzquiz, de ahí viajamos mucho con mis tíos. Una anécdota que le gustaba contar a mi tío era que en uno de los viajes familiares a San Antonio fuimos a uno de los buffets que más le gustaban. En este caso, el lugar era un buffet chino. Yo siempre he sido muy glotona, como él, y aunque debo de haber tenido menos de 11 años, siempre me ha gustado comer…mucho. Había tarifas en el buffet para niños y adultos y nos sentamos. Cuando acabamos de comer y llegó la cuenta resulta que habían cobrado mi consumo como adulto y cuando le explicaron a mis papás y a mis tíos que era porque no dejaba de comer, mi tío no contuvo la risa por varias horas. No sé como la contaría en otros lugares, siempre fue de risa contagiosa y era imposible sentirse ofendida cuando protagonizabas una anécdota suya. Yo la recuerdo con cariño sobre todo por lo que significaban esos viajes para nosotras.

Mi tío Chuy siempre tuvo algo que lo distinguía entre las personas, es sabido por mucha gente que él y su familia son famosos por su hospitalidad. Si tienes la fortuna de conocer a los Pader sabes que no solo te van a ofrecer su amistad sino también su casa, su comida y su cariño. Nosotros desde chiquitas hemos sido testigos de eso. No es raro ni una coincidencia que veamos a Múzquiz siempre como un destino seguro y sintamos muchísima nostalgia cuando pasamos temporadas sin ir. Cuando me preguntan de Múzquiz yo la verdad es que digo que no puedo ser imparcial, para mí, mis hermanas y para mis papás siempre ha sido un lugar de descanso, cariño y aventuras. Un oasis en Coahuila. Lo mismo mi tío. Si es posible que una persona contenga todos los sentimientos de paz, alegría y comfort, esa persona era Chuy Pader. Es que nada más de verlo se te alegraba el día.


Por eso cuando buscamos una fecha para que mi novio, el gringo al que los Pader bautizaron como “El Jüar ar yu”, viniera por primera vez a México y coincidió con la boda de Chino, a mi me pareció que era la mejor introducción al país y a la gente a la que quiero. Fue natural pensar que mi familia Pader, tal vez no de sangre pero si de mucho cariño, fueran los encargados de enseñarle a Henry las bondades de los mexicanos y la intensidad de nuestra cultura. Que esa familia que queremos tanto fuera su primera introducción a mi vida en México. El primero que lo conoció fue mi tío Chuy y hasta la fecha Henry lo recuerda bien: –“Tu tío el que ríe mucho, what a guy!“–.Desde esa boda mi tío me preguntaba frecuentemente que: “– Cómo esta Jüar ar u?”–. Me preguntaba sobre nuestra vida en otros países mientras estudiábamos y me contaba sobre las nuevas noticias de mis tías, de sus nietos...de las carreras de mi tío Beto. Cuándo él y Henry coincidían en otras fiestas familiares o eventos en Saltillo, para las cuales la presencia de mis tíos era indispensable, siempre lo arropaba cariñosamente. Uno de los días antes de su partida, cuando Henry entro a saludarlo, lo primero que hizo cuando lo vio fue decirle:

“– Hola Henry, bienvenido,

Mi casa es tu casa,

Mi familia es tu familia,

Y mi corazón es tu corazón –”


Ese era Chuy Pader.

Para su familia, para los amigos, para todos los que lo conocimos, mi tío es irremplazable porque no hay ni habra dos como él. Anécdotas hay miles. Historias que nos hacen reír, que hablan de amor, de compañerismo y de amistad. Ojalá nos dé la vida para contarlas y para que los que no tuvieron la fortuna de conocerlo y la dicha de estar cerca de él sepan que aunque parece mentira, los hombres excepcionales si existen, no como él, claro, nadie como él.


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